jueves, 10 de julio de 2008

Comienza el Camino

Nació y murió un 22 de mayo. Vivió 76 años y pasó por todos los estados: matrimonio, viudez y vida religiosa y en cada una de estas etapas se dedicó a cumplir sus deberes con la mayor exactitud posible y todo por amor de Dios.
Nació en Casia, Italia. Su verdadero nombre era Margarita, pero desde muy pequeña la llamaron Rita, y así se quedó para toda la vida. Desde su nacimiento ya empezó a demostrar que iba a ser la "Abogada de los imposibles", pues la mamá sufría la enfermedad de la esterilidad y no podía tener hijos y con mucha oración obtuvo de Dios el prodigio de que le concediera esta buena hija. Cuando la niña nació ya sus padres eran bastante viejos. Desde sus primeros años dio muestras de una gran inclinación a la piedad. Su mayor gusto era dedicarse a la oración y el más grande deseo de su alma era ser religiosa. Pero los papás dispusieron más bien que debían hacerla contraer matrimonio. Y ella, que siempre fue obedientísima, aceptó la determinación paterna. Y sucedió que, como se acostumbraba en ese tiempo, la elección del esposo no fue hecha por la muchacha sino por los progenitores y estos se equivocaron totalmente al buscarle marido y quizás no se fijaron en las cualidades exteriores del individuo y no averiguaron bien qué tal era su personalidad y casaron a Rita con un verdadero monstruo de maldad. El marido resultó brutal, mujeriego y de un temperamento ciento por ciento agresivo. El tal hombre llegó a ser el terror de los vecinos y un continuo agresor dentro de su casa. Y Rita soportó día por día el genio feroz de este hombre por 18 años, y todo con la más exquisita paciencia, sin quejarse, sin recurrir a autoridades civiles para pedir sanciones y ofreciendo todo este lento martirio por la conversión de los pecadores y entre ellos, el primero, su malgeniudo esposo. Y lo más grave, sus dos hijos heredaron el genio terrorífico de su padre y empezaron a seguir sus malas andanzas. Rita sufría profundamente, pero no podía hacer otra cosa que llorar y encomendarlos en sus continuas oraciones. Los buenos consejos que ella les daba les entraban por una oreja y les salían por ambas sin conseguir ninguna enmienda. Pero como "la paciencia todo lo alcanza", y como nunca queda sin cumplirse aquella promesa que hizo Jesús: "Todo el que pide recibe. Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo conseguiréis", al fin las oraciones y súplicas de la buena esposa y santa madre encontraron respuesta de Dios en el cielo y el marido se convirtió y le pidió perdón a Rita por todo lo que la había hecho padecer. La conversión fue muy a tiempo y muy oportuna, porque poco tiempo después, los vecinos trajeron a Rita el cadáver de su marido, cubierto de heridas. Había muerto víctima de una venganza. Afortunadamente había pedido perdón a Dios en los días anteriores por su indebida conducta y sus malos modos de proceder. Y sucedió entonces que los hijos que eran también muy violentos, juraron vengarse de los asesinos de su padre. La santa suplicó muy fervorosamente a Dios que no permitiera que sus hijos se convirtieran en asesinos. Dios escuchó su oración y los dos jóvenes enfermaron y murieron sin lograr cumplir su venganza. Rita que los asistió amorosamente en su enfermedad, consiguió que antes de morir perdonaran a sus enemigos. Ahora ya sin esposo y sin hijos, Rita se dedicó a obras de caridad y a pasar largos ratos dedicada a la oración y a la meditación. Deseaba ser religiosa pero las comunidades de monjas le respondían que ellas solamente recibían a muchachas solteras. Ella aprovechó este intervalo de tiempo para espiritualizarse más y más y dedicarse con mayor esmero a socorrer a los necesitados. Al fin las hermanas Agustinas hicieron una excepción y la aceptaron en la comunidad. Una vez admitida como religiosa se dedicó con la más estricta exactitud a cumplir todo lo que mandaban los reglamentos de la Congregación y a obedecer a sus superioras con alegría y prontitud en todo. Una vez la directora, para probar si la nueva religiosa era en verdad bien obediente, le mandó regar una estaca seca en la huerta. Rita lo hizo así por varios días sin discutir ni protestar. Desde muy pequeñita Rita era devotísima de la Pasión y Muerte de Jesús. Pensar en la Pasión de Cristo era su tema preferido en la meditación. Y muchas veces mientras recordaba los sufrimientos de Jesús quedaba en éxtasis sin oír lo que decían los demás. Un día oyó a San Jacobo pronunciar un impresionante sermón de la coronación de espinas y quedó totalmente emocionada y poco después le sucedió que estando arrodillada ante un crucifijo, meditando en los dolores de Cristo en su coronación, sintió una luz que salía de la imagen y le llegaba a su cabeza, y desde entonces tuvo una herida dolorosísima en la frente, como la que produce una espina recién clavada. Dicha herida desapareció por unos días mientras fue con sus compañeras a Roma y volvió a aparecer cuando regresaron otra vez a su convento. La dolorosastando ya muy enferma pidió a una visitante que le trajera unas rosas. No era tiempo de flores, pero la otra fue al jardín y encontró misteriosamente un rosal florecido. La amiga le preguntó si deseaba algo más y la santa le respondió que deseaba unos higos. Ese no era tiempo de cosecha de higos, pero al llegar la mensajera al huerto encontró un árbol sin hojas, pero con higos y los llevó a la enferma. Por todos estos detalles de su vida la han llamado "Abogada de los imposibles" y muchísimas personas en situaciones dificilísimas le han rezado a Santa Rita y han hallado soluciones admirables.
Murió el 22 de mayo de 1457, y su cuerpo se conserva incorrupto